Ciudades limpias, calles transitables para el peatón, sin olores, sin desechos esparcidos en cada acera y con cronogramas casi militares de recogidas, eso es la normalidad en un país o ciudad donde se gestionen correctamente los servicios públicos a través de procesos licitatorios con empresas experimentadas y tecnológicamente preparadas para enfrentar una de las tareas clave de salud pública.
Pero en Venezuela, el Zulia y Maracaibo pareciera que tales responsabilidades no tienen el rigor que exige semejante servicio.
En todo el mundo recoger la basura es un negocio. Las empresas más preparadas y con estructuras de precios altamente competitivos logran contratos y ganan dinero, no solo por la recolección, sino también por el procesamiento, un segundo nivel al que ya han avanzado en su intención de diversificar sus ganancias apostando a la separación de materiales y el reciclaje. Ya no solo se trata de tirar los desechos en un vertedero.
Pero ¿dónde radica el problema para nuestras ciudades?
La respuesta siempre se reduce a la corrupción y a los procesos de selección a dedo, una práctica que termina impactando directamente a los ciudadanos.
En Maracaibo y San Francisco, por ejemplo, no hay apertura a licitaciones públicas abiertas para empresas nacionales o internacionales. Desde aquí parte el desafuero administrativo.
Tampoco en estas dos grandes ciudades del occidente se evalúan las experiencias, resultados, capacidad técnica y profesional de las compañías. Para las gestiones de la basura en estas ciudades la hoja de vida de una empresa no es relevante.
Mucho menos han demostrado crear comisiones técnicas que avalen la selección de las empresas que se encargarán de las recogidas. Los expertos en la materia, miembros de las cámaras de comercio y construcción no son tomados en cuenta para determinar la idoneidad de una contratación.
El “dedazo” es lo que suele imperar en estos procesos alejados de la transparencia. Hagamos un ejercicio ciudadano y evaluemos las capacidades demostradas por las empresas que hoy operan recogiendo basura ¿Cómo es su tecnología? ¿Vemos capacidad técnica? ¿Existe planificación? ¿Tienen capacidad de abarcar tales ciudades o al menos segmentarlas?
Recoger la basura debe ser un negocio, sí, pero que represente una transacción donde ganen las empresas y más importante aún, donde ganen las ciudades y sus habitantes al mantener continuamente espacios limpios y un ambiente saludable. Recordar que la basura no solo impacta negativamente lo visual y lo ambiental sino también contamina a la gente, la enferma y se convierte en un tema de salud pública; al no cumplir las corporaciones edilicias con un protocolo de recolección de basura comienza la anarquía y la gente paga en su desesperación para que se la lleven en burros del frente de sus casas. La basura termina así en espacios abiertos, sin ningún control, en donde incluso la queman para aplacar olores, lo que a su vez repercute directamente en el aire que se respira en vastos sectores.
Maracaibo y San Francisco no logran el cometido, la basura sigue amontonándose y esparciéndose. No se ve en el horizonte planes de acción general, de organización, de concientización, de administración, que aborden de raíz este tema. Todo seguirá siendo un parche. ¿Será realmente difícil recoger la basura? No lo creemos difícil, lo creemos factible dentro de un marco de moral pública y gestión administrativa.
Carlos Alaimo, presidente del PCD